TITULO: La playa de los ahogados
AUTOR: Domingo Villar
EDITORIAL: Siruela
GENERO:
Novela negra/Policiaco
EDICION: Tapa blanda con solapas
AÑO: 2009
PAGINAS: 445
SINOPSIS:
Una mañana, el cadáver de un marinero es
arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no estuviese
las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su
tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la
embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en el
ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y
mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a
hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita.
Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días
difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su
colaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable. Tampoco
facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante
aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser del inspector.
OPINIÓN
PERSONAL:
Si hay un género que suele ganarme fácilmente es
el policiaco. En cualquier tipo de formato, ya sean historias visuales en forma
de películas o series o bien de forma escrita. Y puedo adelantaros que esta
novela formara parte de mis mejores lecturas del año siendo la primera en
conseguir la máxima puntuación del presente año.
Pese a llevar ya varios años en el mercado,
desconocía por completo tanto a su autor, Domingo Villar como al personaje
principal, el inspector Leo Caldas protagonista no solo de esta historia sino
de una anterior publicada en el año 2006, llamada Ojos de agua. Si bien durante la
historia vamos a tener algunas referencias de la vida personal del inspector
que se resolvieron en esa novela, no supone ningún inconveniente realizar una
lectura de esta sin haber leído la anterior.
Fueron las críticas de otros lectores que consulté
previamente a hacerme con este ejemplar lo que me hizo decidirme por darle una
oportunidad. Prácticamente había unanimidad en sus virtudes.
“Lo que se
ha roto alguna vez no recupera su estado original”
La historia se sitúa en Vigo, concretamente en
Panxon, donde un marinero aparece muerto por ahogamiento en lo que parece un
suicidio. Solo hay un detalle que parece poner en entredicho esa hipótesis: el
cadáver tiene las manos atadas en una posición que desvela lo imposible de
poder realizársela uno mismo. Ahí comienza la primera pregunta que ha de
resolverse: ¿suicidio o asesinato?.
El fallecido, Justo Castelo conocido como “el
Rubio” parece ser un tipo solitario sin pasado y sin un presente demasiado complicado.
Esa será la siguiente de las incógnitas que habrá de desvelar tanto el
inspector Caldas como su ayudante Estévez.
El autor sabe cómo crear una atmósfera que te envuelve desde el
primer capítulo y de la que es imposible salir. A través de una prosa simplista
pero efectiva y donde predomina el diálogo frente a los pasajes descriptivos logra así aumentar
la intensidad emocional del interlocutor. Esto le da una inmediatez y mayor
realismo a lo que no es otra cosa que un interrogatorio informal.
Algo que destaco sobre la narración es ese tono de oscuridad y decadencia en la vida de los
personajes que aparecen bien en un plano más protagonista o en un foco más
secundario. Personajes bien definidos a veces más por sus defectos que por las
virtudes que pueden mostrar. El autor nos va mostrando poco a poco el puzle
final sin desvelar más de lo necesario. Vamos desgranando el misterio con
lentitud pero a buen ritmo, el suficiente para que la historia tenga la
suficiente madurez de principio a fin para que todo tenga lógica y quede
perfectamente cerrado.
Hay mucha inteligencia en el trabajo de Villar,
porque con el tono lúgubre al que hacía referencia, sabe cómo ponerle el
contrapunto dotando de puntuales momentos de humor como por ejemplo aquellos
momentos donde el padre del comisario Caldas saca a relucir su cuaderno de los
idiotas o la falta de compresión de la que adolece el aragonés Estévez para con
las costumbres gallegas.
“No se
madura, Leo –replicó su padre antes de acelerar y dejarlo de pie en el
aparcamiento-. Sólo se envejece”
En resumen, una novela perfecta para
los amantes de las historias detectivescas, al son de las costumbres gallegas y
comandado por un inspector que se gana rápidamente al lector.
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