lunes, 16 de abril de 2018

LA PLAYA DE LOS AHOGADOS, Domingo Villar




TITULO: La playa de los ahogados
AUTOR: Domingo Villar
EDITORIAL: Siruela
GENERO: Novela negra/Policiaco
EDICION: Tapa blanda con solapas
AÑO: 2009
PAGINAS: 445




SINOPSIS:


Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no estuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita.

Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable. Tampoco facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser del inspector.




OPINIÓN PERSONAL:


Si hay un género que suele ganarme fácilmente es el policiaco. En cualquier tipo de formato, ya sean historias visuales en forma de películas o series o bien de forma escrita. Y puedo adelantaros que esta novela formara parte de mis mejores lecturas del año siendo la primera en conseguir la máxima puntuación del presente año.

Pese a llevar ya varios años en el mercado, desconocía por completo tanto a su autor, Domingo Villar como al personaje principal, el inspector Leo Caldas protagonista no solo de esta historia sino de una anterior publicada en el año 2006, llamada Ojos de agua. Si bien durante la historia vamos a tener algunas referencias de la vida personal del inspector que se resolvieron en esa novela, no supone ningún inconveniente realizar una lectura de esta sin haber leído la anterior.

Fueron las críticas de otros lectores que consulté previamente a hacerme con este ejemplar lo que me hizo decidirme por darle una oportunidad. Prácticamente había unanimidad en sus virtudes.


“Lo que se ha roto alguna vez no recupera su estado original”


La historia se sitúa en Vigo, concretamente en Panxon, donde un marinero aparece muerto por ahogamiento en lo que parece un suicidio. Solo hay un detalle que parece poner en entredicho esa hipótesis: el cadáver tiene las manos atadas en una posición que desvela lo imposible de poder realizársela uno mismo. Ahí comienza la primera pregunta que ha de resolverse: ¿suicidio o asesinato?.
El fallecido, Justo Castelo conocido como “el Rubio” parece ser un tipo solitario sin pasado y sin un presente demasiado complicado. Esa será la siguiente de las incógnitas que habrá de desvelar tanto el inspector Caldas como su ayudante Estévez.

El autor sabe cómo crear una atmósfera que te envuelve desde el primer capítulo y de la que es imposible salir. A través de una prosa simplista pero efectiva y donde predomina el diálogo frente  a los pasajes descriptivos logra así aumentar la intensidad emocional del interlocutor. Esto le da una inmediatez y mayor realismo a lo que no es otra cosa que un interrogatorio informal.

Algo que destaco sobre la narración es ese tono de oscuridad y decadencia en la vida de los personajes que aparecen bien en un plano más protagonista o en un foco más secundario. Personajes bien definidos a veces más por sus defectos que por las virtudes que pueden mostrar. El autor nos va mostrando poco a poco el puzle final sin desvelar más de lo necesario. Vamos desgranando el misterio con lentitud pero a buen ritmo, el suficiente para que la historia tenga la suficiente madurez de principio a fin para que todo tenga lógica y quede perfectamente cerrado.

Hay mucha inteligencia en el trabajo de Villar, porque con el tono lúgubre al que hacía referencia, sabe cómo ponerle el contrapunto dotando de puntuales momentos de humor como por ejemplo aquellos momentos donde el padre del comisario Caldas saca a relucir su cuaderno de los idiotas o la falta de compresión de la que adolece el aragonés Estévez para con las costumbres gallegas.


“No se madura, Leo –replicó su padre antes de acelerar y dejarlo de pie en el aparcamiento-. Sólo se envejece”


En resumen, una novela perfecta para los amantes de las historias detectivescas, al son de las costumbres gallegas y comandado por un inspector que se gana rápidamente al lector.  

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