TITULO: El hombre en el laberinto
AUTOR: Robert Silverberg
EDITORIAL: Bruguera
EDICION: Tapa blanda, edición bolsillo
AÑO: 1969
PAGINAS: 250
VALORACION: 5/5
SINOPSIS:
Aquel hombre era la última esperanza de la humanidad. Pero antes había que encontrarlo. Una raza extragaláctica de arañas pensantes lo había convertido en un nuevo Minotauro, encerrado en un laberinto infinito y terrible.
¿O acaso era él mismo quien se había dejado atrapar, convencido de que los hombres no merecen ser salvados?.
OPINIÓN PERSONAL:
Desde que supe del título supe que tenía que hacerme con él.
Reconozco que la palabra “laberinto” hace que se pongan en alerta mis sentidos y centre toda mi atención en esa novela.
Al leer su sinopsis, simplemente me fascinó.
Investigué un poco sobre el libro y pese a no encontrar muchas referencias, las críticas eran buenas. De hecho lo consideran un imprescindible dentro de la ciencia ficción, así que ahora que estoy conociendo el género, no me lo pensé dos veces.
Obtuve este ejemplar de regalo en un intercambio que hice, así que mejor imposible.
El protagonista, ese hombre en el laberinto, es Dick Muller.
Muller, es un explorador sobradamente reconocido al que se le encomienda una misión suicida hacia la galaxia Beta Hidry IV.
Allí deberá encontrarse con los hidranos, la raza extraterrestre que regenta dicho sistema.
La misión le es encomendada por Charles Boardman. Pese a la dificultad de dicha misión, Muller no se lo piensa. Es su paso a la inmortalidad. Algo con lo que siempre había soñado.
Sin embargo, aunque vuelve con vida de la expedición, algo no sale bien. Su encuentro con la raza alienígena le hace contraer una rara enfermedad. El autor lo define como ..”una misteriosa descomposición del alma”, algo que hace que todo humano que se acerque a él note un hastío, un hedor insoportable que le hace desear apartarse inmediatamente de él.
Por este motivo decide marcharse a Lemnos, planeta donde se encuentra un laberinto que rodea la ciudad de los muertos. Un lugar creado por una raza de extraterrestres desconocida, pero que cuenta con peligrosas trampas y un complejo mecanismo que aguarda bajo la ciudad que en todo momento atrapa el interés del lector, convirtiéndose en un personaje más de la novela.
Muller se esconde allí de una humanidad que le repudia y que él ahora desprecia. Su único deseo es finalizar sus días en aquel lugar, tan lejos de todo y de todos.
Pero en la tierra, de nuevo le necesitan. La humanidad corre un serio peligro. Saben que hay varias razas inteligentes: los humanos, los hidranos y unos terceros desconocidos: una raza superior, que funciona a un nivel no verbal y para ello necesitan a Muller, el único ser humano que es capaz de transmitir sus sentimientos, su alma... sin palabras.
Para ello, Boardman recluta a un grupo de exploradores para penetrar en el corazón del laberinto y convencer a Muller para que les ayude. Dicho equipo lo encabezará un joven ayudante, Ned Rawlings, algo ingenuo pero inteligente que conectará con Muller. Los momentos entre ambos desde el primer encuentro son de lo mejorcito de la novela.
La narración a veces deja el presente para detallarnos algunos episodios del pasado de Muller, en concreto para conocer su relación con Boardam o como fue su expedición con los hidranos. Todos momentos clave para conocer y entender el personaje de Muller.
LO MEJOR: Absolutamente todo. Es un libro diez. Muy interesantes todos los aparatos del futuro que el autor inventa como los cubos femeninos, el diagnosticador o el contrato de vinculación. Pero sobre todo, ese laberinto, ese lugar que crea Silverberg es el verdadero protagonista de la novela.
LO PEOR: Que sea autoconclusivo. Hay muchas cosas que aún despiertan mi interés aún habiendo acabado la novela. El autor recrea con descripciones perfectas un mundo del que deseo saber mucho más.