lunes, 19 de septiembre de 2022

LA PEOR PERSONA DEL MUNDO, Joachim Trier

 

LA PEOR PERSONA DEL MUNDO

Verdens verste menneske

Joachim Trier

Drama

2021

 

SINOPSIS:

Julie está a punto de entrar en la treintena y su vida es un completo caos existencial. Su novio Aksel, un exitoso escritor de cómics, no termina de completarla como ella querría. Una noche se cuela en una fiesta y conoce a un desconocido. Esto le abrirá una nueva puerta de caos y opciones vitales a las que enfrentarse.

 

 

OPINIÓN PERSONAL:

Dos días después de su visionado, aún sigo profundamente sobrecogida por el impacto que ha tenido en mí esta obra de Joachim Trier, director y coautor del guión. Sigo completamente embelesada por la complejidad de todo cuanto su trama quiere abarcar y cautivada por el arrebatador personaje de Julie.  

A veces exponemos a las películas como un mero producto de entretenimiento y evasión, pero en este caso estamos hablando de algo muy distinto. Hablamos de una cinta que se eleva sobre el resto, y lo hace porque hace un retrato de la vida contemplándola a través de una mirada melancólica pero con la sabiduría de quien conoce la belleza que se esconde en los pequeños momentos.

Reconozco que me ha roto por dentro y desecho por completo. Pocas veces he encontrado una pieza audiovisual tan perfecta de principio a fin donde se nos habla con tanta pasión y profundidad de lo que es la vida.

Trier aborda la narración como si de una novela se tratase a través de doce capítulos, con su prólogo y correspondiente epilogo. No es un elemento escogido al azar ni caprichoso, están perfectamente delimitados y tienen un sentido lógico sobre aquello que quiere contar. A su modo termina su trilogía Oslo, tras Reprise (2006) y Oslo, August 31st (2011).

 


Durante la temporada de premios cosecho numerosas nominaciones entre los cuales se encuentra dos codiciadas nominaciones a los Oscars como Mejor película internacional y Mejor guión original.

¿De que habla esta película? De todo. De la identidad individual, de qué somos y que queremos ser. El deseo de querer experimentar y conocer que es lo que nos estamos perdiendo y como respondemos ante estímulos que nos eran desconocidos. Pero también veremos como es lo que significa vivir en la cotidianidad y lo que se renuncia con ello. Las consecuencias por las decisiones que tomamos y las que dejamos de tomar. Hay todo un camino de descubrimiento sobre uno mismo y sobre estar cansado de fingir que todo va bien. Se nos muestra un eterno conflicto consigo misma en el personaje de Julie, mostrándonos en todo momento su ambivalencia, que llega a sentirse espectadora de su propia vida desempeñando un papel secundario en la misma.

La peor persona del mundo es ante todo un drama existencial. Y lo hace retratando con una espléndida naturalidad, no hay anticipo en lo que desea mostrar ni impostura. Nos muestra el amor, la vida y la muerte de una forma tan nítida y como se relacionan entre sí. La pérdida, el reencuentro, las relaciones como pareja, como afrontamos el futuro, el deseo (o no) de tener hijos, la atracción, la enfermedad. El estar perdido el encontrarse y perderse de nuevo. Tropezar una y otra vez. Qué manera tan magistral de condensar todo lo que nos cuestionamos sobre nuestra existencia en apenas dos horas de metraje. Y de qué modo y con que maestría está filmado. Trier que ya demostró su buen hacer en Thelma, aquí vuelve a filmar con un gusto exquisito en la dirección mostrándonos recursos muy originales en cuanto al planteamiento de algunas escenas como la del “momento pausa” o el “delirio de las setas” con la complejidad que supone rodar y plantearse algo así y donde sin apenas diálogo, solo el ambiental, logra emocionar al espectador mimetizándose con el sentir de su protagonista fusionándose con la belleza que logra retratar de Oslo.

 


También nos habla de la pasión por las cosas y como nos aburrimos de las mismas. ¿Qué nos apasiona?, que es lo que deseamos hacer es algo que se condensa perfectamente en ese prólogo narrado en tercera persona por su protagonista con voz en off. Quiere ser doctora, después psicóloga, luego se da cuenta de que es un ser muy visual y ansia ser fotógrafa, pero termina trabajando en una librería y después como proceso lógico de estar rodeada de libros, quiere escribir. Son apenas tres minutos en los que nos hacemos una idea perfecta del acercamiento y deconstrucción del personaje principal. Aquí Julie contrae una profunda decepción consigo misma, donde mantiene inquietudes que intentaba reprimir a la vez que necesita imperiosamente obtener el control de su vida.

Algo que no deja de preguntarse es cuando comienza la vida de verdad. No dejaba de pensar en la famosa frase de John Lennon, sobre que la vida es aquello que pasa mientras estás haciendo otros planes. Pues justo en esto se podría resumir a la perfección el sentimiento de Julie sobre tener la sensación constante de estar siempre esperando algo.

La película también habla del amor, de las experiencias amorosas en sus diversas etapas. Fundamentalmente  en la que mantiene con el artista del comic donde demuestra su inexperiencia e inseguridad en la relación de pareja, y con el desconocido que encuentra en la boda, donde hallara el anhelo, el deseo y esa novedosa sensación de tener con alguien momentos que nos conectan con lo que significa estar vivo y que luego serán recordadas en el paso de los años con una excesiva y dolorosa nostalgia.

 


Julie siente un impulso irrefrenable de iniciar una búsqueda constante fuera de su realidad presente. Lo que está viviendo le es ajeno, insuficiente y necesita de esa abstracción y de una búsqueda hacia algo nuevo con lo que pueda sentir.

Trier quiere hacer un reflejo de que lo cotidiano también puede ser extraordinario.

Hay tres momentos en la película que me parecen claves para entender la evolución y transformación de Julie y que cinematográficamente son oro puro: el primero es ese paseo después de la presentación en completo silencio mientras observa la vida a través de las ventanas. Ahí conecta con esa inquietud anterior a la que he hecho mención antes sobre sentir que se pierde algo y que la vida está sucediendo en otro lugar. El segundo es ese viaje delirante de la ingesta de setas, donde es interesante descifrar que es aquello que ve y cómo podemos ver sus miedos y preocupaciones hechas realidad en ese momento de alucinación. Y por último ese reencuentro con el escritor de comic y todo lo que ello supone. Ver cómo observa esa puesta de sol a modo de despedida es simplemente catártico.

Siento que es una película generacional que abarca en si a varias, no saber quiénes somos ni que hacemos en realidad. Esa sensación de pérdida constante y de no saber exactamente que hacemos.

En resumen, estamos ante una de esas obras que metería en una lista de películas que ver al menos una vez en la vida. Por lo que cuenta, por como lo hace y porque es el reflejo de cuando el cine se convierte en arte, en pura belleza que traspasa la pantalla y sentimos como sonreímos a la vez que se nos empaña la mirada. Una absoluta obra maestra y la película que encabeza mi ranking de lo mejor que he visto este año. Absolutamente imprescindible. 

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