lunes, 18 de julio de 2022

THE BLACK PHONE, Scott Derrickson

 

THE BLACK PHONE

Scott Derrickson

Terror/Sobrenatural/Suspense

2021

 

SINOPSIS:

En una ciudad de Colorado, un desconocido secuestra a Finney Shaw, un chico tímido e inteligente de 13 años, y le encierra en un sótano insonorizado donde de nada sirven sus gritos.

 

 

OPINIÓN PERSONAL:

La mejor recomendación que os puedo decir sobre esta película se resume básicamente en dos puntos:

1- No sigas leyendo si no has visto la película.

2- No veas el tráiler.

Toda información que se tenga antes de su visonado es contraproducente tanto para las expectativas como para la experiencia en sí.

Scott Derrickson está a un paso de convertirse en alguien cuyos proyectos hay que seguir muy de cerca si se es fan del género de terror. Nos ha dado grandes momentos previos a este estreno como El exorcismo de Emily Rose o la brutal Sinister. Parece que el haber abandonado la producción marvelita de la segunda parte del Doctor Extraño y retornar al género donde más cómodo parece sentirse y que mejor resultados le ha dado, ha sido la mejor de las soluciones.

Nos encontramos con una película que está basada en un relato del mismo nombre, escrito por Joe Hill, quien a estas alturas no necesita presentaciones ni alusiones a parentesco alguno, pero el guión corre a cargo del propio Derrickson y C. Robert Cargill.

Hace tres días desde que he visto la película cuando estoy escribiendo estas líneas y no he dejado de estar obsesionada con esta historia y especialmente con lo elaborado del guión, ya que advertí ciertos vacíos en la historia durante el transcurso de su visionado aunque estaba tan dentro de la narración que no ha sido hasta su posterior análisis cuando he visto el buen trabajo que han hecho en el apartado de escritura.

Hay una escena prácticamente al inicio de la película, donde vamos a ser observadores de primera, de uno de los secuestros que están asolando la población de esta ciudad. Y justo resume muy bien lo que nos vamos a encontrar en la película. En ella, el chico preadolescente deambula con una bicicleta a través de una calle poco transitada pero a plena luz del día. Mientras recorre la distancia observa cuanto hay a su paso. Es un chico corriente en un día normal no haciendo nada en especial, pero justo aparece una furgoneta negra en el fondo del plano y segundos después de su aparición, este se funde a negro. Un momento trivial que logra cambiar para siempre la vida de una persona. El modo en la que está rodada esa escena aunando la inocencia del adolescente y su mirada ante el mundo que le rodea frente a la oscuridad de lo que se viene, es ese equilibrio entre ambas naturalezas el tono que tendrá toda la película. De igual modo su toque retro, juvenil y casi ochentero, pese a ser finales de los setenta.

Hay un buen trabajo en el tratamiento de los personajes especialmente desarrollando a los hermanos Finney y Gwen, cuyo trabajo es deslumbrante a cargo de los actores Mason Thames y Madeleine McGraw demostrando un carisma a resaltar debido a su edad. La química entre ambos y especialmente su relación de hermandad y protección el  uno sobre el otro ante los abusos a los que están sometidos tanto por sus compañeros como en su propia casa, son los pilares en los que se cimienta toda la base narrativa de la película. En sus 102 minutos de duración se toma su tiempo para el crecimiento de dichos personajes y que el espectador logre empatizar y mimetizarse con ellos.

Otro elemento a resaltar, es la violencia desmedida que nos encontramos en varios momentos. Nada contenida sino mostrada de forma explícita y brutal, y hace que sea necesario su visionado porque será el bagaje que le dará a nuestros hermanos protagonistas el aliciente para enfrentarse a la cruel realidad de su captor en un caso y de su lucha para lograr resolver el misterio en el otro.

Si Finney una vez secuestrado, muestra una actitud serena y valiente, porque se muestra inmune al miedo es porque ya vive diariamente con miedo. El valor que muestran ambos hermanos no es una cualidad que les han otrogado de forma gratuita, sino que florece en ellos como protesta interna a la situación que viven en su entorno.

El principal valor de esta historia no es lo que cuenta sino como lo hace y el tratamiento que da a una realidad tan macabra como es el secuestro, tortura y asesinato de niños a manos de un asesino en serie. Ethan Hawke que interpreta a “El captor” como lo llaman, logra hacer una actuación en la que no se prodiga demasiado en pantalla pero donde notas de forma inquietante su presencia. El juego con las máscaras cambiando estas a placer y siendo muy significativo el uso que hace de ellas y lo determinantes que son para su personalidad y el tono que usa en su voz (aconsejo encarecidamente ver la película en vos), en los momentos en que la modula de forma autoritaria y con mayor gravedad en su registro vocal, es tremendamente perturbador. De igual modo que esa imagen ya icónica, donde a través de la puerta del sótano abierta, está sentado a la espera de que su presa haga acto de presencia, con sus piernas abiertas en un claro signo de autoridad, con la apertura de su camisa dejando a la visión por completo de su torso y con un cinturón en la mano, logra componer una imagen completamente aterradora.

Su personaje, el antagonista y villano real de esta historia se me ha antojado muy interesante especialmente cuanto más pienso en la película después de haberla visto y de forma reposada. Nos van dejando detalles sobre su persona que nos pueden pasar inadvertidos en un primer momento, puntualizaciones que conforman su pasado y que nos podrían revelar en qué se ha convertido y por qué. Tener sus motivaciones nos daría las explicaciones pertinentes de su comportamiento, no para justificarlo, casi ni para entender sus atrocidades, pero si para componer el puzzle completo de la historia. A veces su comportamiento es errático, casi ambivalente y es imposible de negar que queremos saber el por qué. Sin duda hay mucho aún de este universo “The black phone” por descubrir aún y estoy convencida de que lo veremos en modo precuela o de secuela.

La película tiene reminiscencias en su estética, homenajes como los nombres de personajes o elementos como el chubasquero amarillo al universo de Stephen King. Es innegable su influencia en esta historia, tanto sobre el papel como en su aspecto visual.

La mezcla de géneros está presente, no es terror puro, podría haberlo sido, derivando hacia una oscuridad y siendo más explícita y elige no hacerlo, más bien pretende ser un producto para todo tipo de públicos, ya sean amantes del género como si no lo son tanto. En su mezcla hay drama, especialmente en el retrato de esa familia desestructurada, donde hay una madre ausente (fallecida) y un padre alcohólico que maltrata a sus hijos y que es incapaz de saber cómo cuidarlos, tiene suspense, a través de que vamos a seguir el rapto de uno de los protagonistas, toque sobrenatural, por los poderes que se confieren a la pareja de hermanos, con ese resplandor (de nuevo entra en juego King y su universo) y en menor medida hay thriller en la parte de investigación policial. La participación de estos es mínima y no es el foco donde se sustenta esta historia. Ya comenté anteriormente que lo importante de esta historia estaba en como la han enfocado más que la historia en sí misma.

Es la creación de su atmósfera, a veces claustrofóbica, a veces esperanzadora, ese equilibrio al que hacía referencia al principio, su principal valor. Es muy importante las decisiones que han tomado para no derivar la historia hacia un lugar más turbio y oscuro que lo que terminan proponiendo.

En resumen, estamos ante una de las mejores propuestas en lo que al género de terror se refiere mostrado durante el presente año, con la introducción de un universo verdaderamente fascinante, una historia que desgarra por lo cruel y truculenta que es y con un antagonista que inspira verdadera inquietud en el espectador. Quiero más de Derrickson y quiero más de The black phone.

1 comentario:

  1. No he leido nada de la reseña porque la verdad es que me llama mucho la atención. Volvere una vez la haya visto

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